12 ago 2012

mermelada de frambuesa


Una de las cosas que nunca falta en mi fondo de despensa es la mermelada, de ciruela, moras, melocotón, pera, frambuesa… ya que es una buena forma de conservar la fruta de temporada, yo la preparo utilizando fruta de la huerta o recogida en el campo, como las moras. 
Unas frutas gelifican mejor que otras dependiendo de la peptina que tengan y dependiendo del grado de maduración por lo que usaremos más o menos azúcar. Hoy toca de frambuesas, que después usaré en postres, para el desayuno e incluso como guarnición de carnes. No es nada complicado, merece la pena ponerse a la tarea.




ingredientes
1 kg de frambuesas
750 gr de azúcar
1 cucharada de zumo de limón
un poco de peladura de limón

elaboración
Limpiamos las frambuesas sin sumergirlas en agua, las ponemos en una cazuela junto con el azúcar, el zumo de limón y la peladura de limón y lo dejamos macerar durante tres horas.
Mientras, esterilizamos los tarros y las tapas, para ello los hervimos durante 15 minutos en una olla amplia y los ponemos a escurrir boca abajo sobre un paño de cocina limpio hasta que se enfrien. Si estos tarros llevan arandelas de goma, estas deben de ser nuevas y escaldarlas en agua hirviendo antes de utilizarlas.

Quitamos la peladura de limón, ponemos la cazuela donde está macerando la fruta al fuego y lo cocemos durante unos 25 minutos, removiendo con una cuchara de madera. Para saber el punto de la mermelada, ponemos una cucharadita en un plato y lo metemos en el frigo. Una vez esté frio, si al inclinar el plato la mermelada se arruga, está en su punto. Si gotea, deberemos prolongar la cocción y volveremos a hacer la prueba pasados unos minutos.




Lo dejamos enfriar y con ayuda de un cazo vamos rellenando los tarros hasta llegar casi al borde. Limpiamos el borde y los cerramos inmediatamente. A continuación, cocemos los tarros, que colocamos en una cazuela grande en cuyo fondo hemos colocado un trapo doblado en cuatro para que no estén en contacto con el fondo y entre ellos colocamos otro trapo, para evitar que se golpeen. Los cubrimos con agua templada y los dejamos hervir durante 20 minutos (contados desde que comienza a hervir el agua). Los dejamos enfriar en el mismo agua y no los sacamos hasta que estén totalmente fríos, una vez fríos, los sacamos, los etiquetamos y ya los podemos guardar. 




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